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Crónica de una fiesta esperada: la Fiesta del Caballo
El clima, como pasa en estos casos, era el gran enigma. Pero tuvo el buen gusto de acompañar, con un poco de frío a la mañana, alguna nube, pero sin lluvia. La consigna en la que todos pensaban era “que llueva, pero no este fin de semana”. Y así fue.
Las ganas de que todo salga bien era el segundo mandamiento, por lo menos para los que organizaron, coordinaron y trabajaron sin descanso. Y también se logró.
Hubo dos años “en suspenso”, que habían aumentado las ganas de juntarnos, de disfrutar las destrezas, las ofertas de las cantinas y los shows artísticos. Pero basta de introducción, que hay mucho que contar.
La mañana del sábado arrancó en el bellísimo Monumento al Caballo, en la rotonda de ingreso a Vedia. Escuelas, instituciones, vecinos, visitas –entre ellas, los propios autores de “nuestro” caballo corriendo libre por la llanura bonaerense- Himnos, banderas, paisanas y paisanos dando su homenaje. Y uno especial al caballo que murió en una de las primeras ediciones, y fue enterrado ahí mismo, como una especie de legado. Las palabras del Intendente, como siempre, sentidas y emocionadas, la bendición religiosa, y de ahí todos partimos hacia el epicentro de todo: el Hipódromo Municipal. Una larga fila ordenada y contenta.
Allí nos esperaba el Fogón, así con mayúsculas, ceremonia que acompaña todos los comienzos y que a modo de ritual asegura que la Pachamama nos va a dar su aprobación y bendición. El calorcito de ese fuego pareció anticipar lo bien que lo íbamos a pasar.
Las cantinas ya estaban esperando a los clientes. Muchas instituciones presentes, con el agregado de voluntarios que se multiplicaban atendiendo y recibiendo pedidos. Entre ellos, funcionarios que se arremangaron y trabajaron a la par de todos.
Y en la pista se vieron los pingos. Las amazonas compartieron espacio con el juego de riendas-una especie de carrera de obstáculos a pura rienda entre tambores de chapa- Se presentaron razas, estuvieron los chicos de la Escuela de Equitación, y el esperado entrevero de tropillas, donde aparecen todos en montonera y ¡zas! en un momento, están todos agrupaditos por color, como le hubiera gustado que ordenara mi ropa a mi mamá. Un espectáculo lindísimo.
La gente iba llegando sin prisa pero sin pausa. Los amantes de los caballos ya se unían a la multitud que recorría los puestos de los emprendedores y artesanos, donde había para elegir desde alpargatas “top”, bijouterie, plantas, accesorios, ropa, mates, cuchillos, adornos, y muchas cosas más. Una postal bien colorida.
Y cuando promediaba la tarde, se largó el escenario. Los artistas locales acompañaron con todo su arte. Estefanía Gutiérrez, Maxi Boyero, Hugo Ibáñez, Javier Conocchiari, Axel Coria, Maxi Rossi, La Otra Junta, Chango Castillo, un montón de gente que colabora siempre brindando canciones de las de siempre y de las de ahora. Y se llevaron un montón de aplausos del público que ya se había mudado de la pista a la tribuna. Lucila y Laura García Faiez acompañaron presentando y manteniendo la onda con sus bellas voces y presencia, no dejando que decayera la buena onda ni un segundo.
La jornada se cerró con dos platos fuertes: los chicos de Migrantes, que hicieron bailar cumbia hasta a los eucaliptos, y La Fiesta, cuarteteando la noche a full.
El domingo amaneció con nubes, pero se fue despejando y entibiando para poder disfrutar todo lo que faltaba.
El tradicional desfile de carruajes y caballos, identificándose por los banderines, colmó la Avenida Dunckler con colores y tradición, y con muchísimos participantes, tanto en cuanto al público como en el desfile propiamente dicho. Los celulares no daban abasto para tanta foto.
Y de nuevo al Hipódromo, a comer cosas ricas que se olían ni bien nos acercábamos. No debe ni debería haber fiesta gaucha sin olor a parrilla y eucaliptos, y acá los hubo.
En la pista, carreras de sortija, otra novedad agregada, que nos trajo recuerdos de infancia y fue a puro galope, el juego de riendas, carrera de potros, desfile de tropillas, y los reconocimientos a todos los que se lucieron… o sea, todos.
El escenario ya venía acompañando con música, pero faltaban presencias. Con la animación de Claudio “Pipulo” Juárez, un maestro en el arte de entretener, oriundo y presencia infaltable en Cosquín, se largó la fiesta. Guillermo Fernández “rompió” el hielo con los tangazos que viene cantando hace más de cuarenta años –para los que no saben, empezó de niño, no se asusten- mechando con folklore, melodías que a todos nos llevan a momentos de nuestras vidas. Le siguió nuestro impecable Ballet Distrital, con ritmos salteños, chacareras, zambas y taquiraris, con un vestuario espectacular que le debemos a Marina Ghio, la dirección del polifacético Rubén Ghio, y la solvencia y belleza de espectáculo al que nos tienen acostumbrados.
El Peteco Carabajal se subió luego al escenario para traernos sus chacareras con el Santiago Trío, reeditando las de siempre y las que todos quieren escuchar, como la única e inimitable “Las manos de mi madre”, que suele arrancar lagrimones en los sentimentales y nostálgicos. La siguió hasta que ya no pudo más, dando clase de amor por la música y el público, que estaba levantando tierra a puro baile.
Se vino otro episodio esperado, el sorteo del auto, la moto y el televisor, que se fueron de la mano de los felices ganadores. Y los quedamos sin premio material, tuvimos un cierre espectacular, con los reyes de la pachanga, Los auténticos decadentes. ¿Quién no recuerda un casamiento, un quince, una fiesta de club que no haya tenido el punto cúlmine con su música? Era imposible quedarse quieto. Lo que se dice, una verdadera banda, con ese look de atorrantes trasnochados y esa alegría inclaudicable que transmiten.
Párrafo aparte para quienes trabajaron para que todo saliera bien: la seguridad, los voluntarios que se perdían de todo mientras controlaban el estacionamiento, la ambulancia, los que repartían comida y bebida sin descanso, los que armaban y desarmaban sonido y luces. Y mención especial para nuestro Jefe de Compras Daniel “Vasco” Adami, que estuvo en todo y en todas desde la primera hora, y nuestro Secratario de Cultura Rubén Ghio, que debutaba con esta fiesta y se recibió con honores.
Y nos volvimos, cansados y felices. Con la panza llena y el corazón contento, y por supuesto, esperando la próxima edición de la fiesta de las fiestas. Un aplauso para todos.