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Navidad gaucha con el Ballet Distrital
No hay Navidad sin Jesús, y no hay Jesús sin pesebre. Natividad quiere decir exactamente eso, el recuerdo del nacimiento –natalicio o natividad- de quien marcara la historia del mundo, seamos o no creyentes o practicantes.
El Ballet Distrital que tan bien dirigen y coordinan Marina y Rubén Ghio se lució anoche en la Plaza Rivadavia con una lindísima presentación.
Chicos y grandes –que al fin y al cabo los grandes seguimos teniendo ese niño que se emocionaba con las luces, la música, los personajes, la historia- aguardaban el espectáculo, que estuvo enmarcado por una noche cálida, que invitaba a quedarse sentados ahí, a metros del Monumento a la Madre.
Primero fue la Anunciación, con los ángeles rodeando a María en un cuadro lleno de emoción. Luego la huida al desierto, para salvar a su futuro hijo del decreto de Herodes, que ya había sido advertido del probable nacimiento de quien vendría a liberar a los sojuzgados, y con la excusa de un censo pretendía eliminar a todos los recién nacidos –de ahí el día de los Inocentes que se festeja el día 28- Por fin, el refugio en el pesebre, y el nacimiento de Jesús, rodeado por los Reyes Magos y las ofrendas de los pastores. Las coreografías se sucedían dando a la representación una significación especial. Ni hablar de la presencia del Niño Jesús, la bella Rutila de sólo doce días de nacida, cuya mami emocionada y orgullosa presenciaba el acto, ansiosa por tenerla de nuevo en sus brazos.
Las y los bailarines se lucieron y se “multiplicaron”, cambiando trajes y volviendo a salir. Y todos terminamos coreando “albahaca y cedrón, tomillo y laurel, que el Niño se duerme al amanecer”
Un espectáculo que lo tuvo todo. Aplausos para los bailarines, el musicalizador y los directores. Gracias a todos.